jueves, 4 de octubre de 2012

DE LA SANTA TIERRA A LA TIERRA SANTA

Escribe Walter  A. Vidal

 
Hotel de Tel Aviv a orillas del Mediterréneo.


















Con sus inmensos mares, sus inconmensurables desiertos, sus multicolores tierras, llanas o rocosas, con sus montañas con nevados aún perpetuos, nuestro planeta Tierra se ha convertido en una pequeñísima aldea.



 Y todo, gracias a la tecnología de los medios de comunicación y al crecimiento de la riqueza por cierto. Caminar aquellos lugares en menos de un mes, conversando con tus amigos regados en diferentes partes del Mundo, eso es lo que se había llamado globalización. Nos tocó ser testigos de esta bella experiencia.

Aeropuertos de Jorge Chávez - Barajas - Ben Gurión

Espera para abordar el avión de Iberia.
Llegando al suelo español. La crisis económica
se refleja en su aeropuerto de Barajas. Foto: wavita
Sumando el tiempo de permanencia en avión a las largas horas de cautiverio en el segundo aeropuerto (Barajas) en espera del vuelo a Israel, pasaron las primeras 24 horas del viaje. El siguiente tramo de Madrid a Tel Aviv, otro día perdido, entre el avión y el hotel de esta ciudad israelita.

Tel Aviv es una ciudad moderna como Lima, pero se ve un poco más ordenada. La gente que maneja respeta el semáforo, hasta se da el lujo de cederle el pase al peatón. Sus parques, pocos al parecer, están más cuidados porque no se ve perros como en el parque Mochica de Surco, donde hay más excretas que plantas.

Inmediaciones del Marina Hotel en tel Aviv. (wavita)

Salimos a caminar por los alrededores del hotel, y después de sufrir para hacernos entender que queríamos almorzar, con algo en el estómago, nos regresamos a encapsularnos al hotel, cansados de caminar. Aprovechamos el tiempo libre para revisar la historia de Israel.

Israel es un pequeño y angosto país asiático recostado en el Mediterráneo, más o menos del tamaño de nuestro departamento de Ica, pero con mayor densidad poblacional que Perú (15 veces más, aprox.). El 78% de su población es judía, 20% musulmana, los católicos no llegan al 1%. Su economía se basa en el uso intensivo de la tecnología de punta, promovida por capitales externos (electrónica, informática, armas, tallado de diamantes); el segundo renglón de sus ingresos posiblemente sea el turismo. Por bendición de Dios, su subsuelo es pobre, no como el nuestro que está tachonado de oro y plata en su región andina, para maldición nuestra, como afirman algunos economistas. Como nación, nace recién en 1947-48, resultado de la partición de la antigua Palestina; en 1949 fue proclamada como capital la ciudad de Jerusalén. Hoy su capital ipso facto (económico-política) es Tel- Aviv; pero el Kënésset (Asamblea Nacional) proclamó a Jerusalén como capital de Israel. Se llama Tierra Santa este gran pequeño suelo porque aquí (en Belén) nació Jesús, el nazareno o Jesús de Nazaret  (“de Nazaret” porque aquí vivió).


El mar Meditérráneo, desde la parte moderna de Jaffa. (wavita)

Recién, al cuarto día, un bus nos recoge del hotel a las 6.45 a.m, el guía –muy informado de la historia y geografía de su país- en un correcto y fluido español nos dice que nos espera un día agitado y que “pernoctaremos en Nazaret”. Empezamos el recorrido por Jaffa (Jafo o Yafo), un barrio de Tel-Aviv, antiguo puerto y estación de los mercaderes que viajaban por la “Vía Maris” uniendo Mesopotamia con Egipto y el norte de Israel; aquí visitamos la iglesia de San Pedro, el guía cuenta que Pedro estuvo aquí algún tiempo en casa de Simón el Curtidor (entramos). En 1909 muchas familias salieron de este lugar y fundaron la ciudad de Tel-Aviv, hoy metrópolis e importante ciudad cosmopolita de Israel.


Callejuela sin vereda y pulcramente
empedrada (wavita con su hermana). 
                  
Jaffa es el barrio más antiguo de Tel Aviv.  (wavita).




Entrando a Cesárea. A pagar se ha dicho.



Adentro, el  Anfiteatro romano (en Cesárea  del Mar).
Destaca nuestro guía (de sombrero blanco)
Continuando el recorrido por el norte, llegamos a Cesárea Marítima,  fundada por Herodes el Grande en nombre de César Augusto; se aprecia todavía las ruinas de un Anfiteatro romano, el hipódromo, la Fortaleza y el Acueducto; fue residencia de los gobernadores romanos, por cierto también de Poncio Pilatos. En este lugar sucedió la revuelta de los judíos contra los romanos que terminó con la destrucción de Jerusalén y su Templo, también de este lugar fue enviado preso el apóstol Pablo a Tarso, porque como a ciudadano romano le asistía ese derecho de comparecer allá.

Aco, otro puerto en el Mediterráneo.
El pueblo actual, encima de  las ruinas que lo resisten

Continuamos nuestro viaje por Haifa, vistosa ciudad en las laderas del Monte Carmelo, con sus Jardines de Bahai, y un gran templo con una cúpula dorada; es uno de los puertos más modernos de Israel, hace gala de una industria de tecnología avanzada gracias a su Universidad de Haifa; en la cima está el monasterio de los carmelitas edificado sobre los templos de la épocas bizantina y cruzada; cerca del faro Stella Maris (estrella del mar), en el jardín, se encuentra la Cueva de Elías, donde, según la tradición cristiana, habría vivido el profeta.

Otro puerto en el Mediterráneo es Aco (Acre), pequeña ciudad antigua (4 000 años) que floreció básicamente en la época de los cruzados, quienes crearon en estas tierras un reino con su capital Acre, que duró hasta 1 291, hoy yace subterránea conservando aún los enormes aposentos con techos arqueados; aquí visitamos la Sala de los Caballeros, la Mezquita de El Jazzar (llamado “el carnicero”), el muelle de los pescadores y las murallas de la época de los cruzados, de donde se domina el mar Mediterráneo y el Monte Carmelo. Mientras nos paseamos por esta parte de la alta Galilea se fue el día, aunque no el sol. De retorno, por otro camino, llegamos a un valle precioso en la parte sur de Galilea. Aquí está Nazaret. Nos alojamos en un hotel (sit. Monte del Precipicio). Después de una reparadora cena, el cansancio nos empuja a la cama; pero antes de la una de la mañana, el canto del gallo nos despierta con una suavidad que suena familiar. A las cinco de la mañana se vuelve a repetir, esta vez en cadena. Nos hace recordar los amaneceres de nuestra santa tierra. Asomada a la ventana, la vista de un hermoso amanecer nos invita a una fresca contemplación física y espiritual.

Decimos, en nuestro adentro, “recién aquí empieza la Tierra Santa”.

(CONTINUARÁ)