EDITORIAL
Casi todos los candidatos a la presidencia reconocieron que la educación adolece de graves problemas; entre otras promesas, al respecto, el electo presidente García ha enfatizado la educación rural. Sin embargo, en el mejor de los casos, todas las propuestas y promesas que se han escuchado son medidas de mejora que no tocan los problemas de fondo de la educación nacional.
Un diagnóstico integral de la situación de la educación peruana revelaría la ausencia de equidad y calidad en la educación actual, básicamente en la educación superior. La pregunta es: ¿hay necesidad de una reforma profunda en educación para revertir estos dos males (que principalmente son males de la educación universitaria)?
Si hacemos un pequeño esfuerzo de memoria hallamos hasta tres “reformas educativas” que se implantaron en el país: la de los años 20 de Villarán que sirvió para robustecer la acumulación de excedentes de la oligarquía, la de los años 70 de Velasco que se quedó en documentos como muestra de buenas intenciones y la de los 90 de Fujimori que colocó a la educación en su nivel más bajo de calidad. Dichas reformas, en lugar de, por lo menos, aumentar la inversión por alumno en el país, desmejoraron a niveles inferiores a los de la región latinoamericana: De 450 dólares americanos a mediados de los 60, pasó a 340 el año
Existe la sensación de que la universidad pública (nacional) hoy es algo así como Universidad del Estado pero sin la presencia del Estado, es decir una universidad creada por el Estado donde éste no participa en la conducción de la misma. Pero es importante tener en cuenta que el problema de la baja calidad universitaria, no sólo se debe al completo abandono del Estado, ni es reciente; el logro de la calidad académica y la investigación científica (productora de ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo), es decir, el cumplimiento de la misión universitaria, pasa no sólo porque el Estado y la sociedad pongan interés y proporcionen recursos destinados a su mejora, sino, y sobre todo, por revertir su anacrónica y poco transparente e interesada administración autónoma; pasa por accionar, con autonomía sí, pero en función a visiones, misiones, fines, objetivos y estrategias en respuesta a las exigencias del proceso de desarrollo nacional. Pasa básicamente por la calidad de su pedagogía (el qué enseñar-aprender y cómo enseñar-aprender), es decir, por la voluntad y esfuerzo de sus docentes.
WAVITA
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