domingo, 26 de agosto de 2012

El MAGISTERIO ESTÁ DE DUELO. HA FALLECIDO WALABONSO RODRÍGUEZ, EL AMAUTA RAIMONDINO


Escribe: Walter A. Vidal Tarazona

Lo que consideras como muerte,
es en realidad la vida
En: El Bhagavad Gita


               La quebrada de Chambara

“Amauta”, grado con el que las Palmas Magisteriales distinguen a los maestros destacados, no debiera ser producto de un expediente, el resultado victorioso de un seguimiento en mesas de parte de la perezosa administración educacional. Debiera tener el sector, como antaño, sus Tukuy rikaq sabios y justicieros.

Por encima de este dolido comentario, el Maestro Walabonso, Ubachu en la intimidad familiar y amical, ha sido es y será siempre un Amauta. Y parafraseando a Julio E. Noriega podríamos decir con orgullo “caminan los amautas andinos”. Walabonso fue uno de los primeros.

Nació en una andina aldea, pequeña y bella, llamada Rarpa, con el canto arrullador de un río que riega su linda tierra de Chambara, de la puqka allpa de Antonio Raimondi. Desde muy tierno dio rienda suelta a su inclinación de maestro, enseñando las primeras letras a los niños y jóvenes del lugar, hasta ser llamado al pueblo de Aczo, distrito de Llamellín, como auxiliar en la escuela primaria que funcionaba del primero al tercer año. Estando trabajando en Uchupata, fue invitado a la ciudad de Huari, capital de la provincia del mismo nombre, para ponerlo frente al cargo de la parte administrativa del sector, donde entró en contacto con el magisterio huarino y también pudo terminar su educación secundaria, hecho que le valió para postular a una beca en la entonces Escuela Normal Superior “Enrique Guzmán y Valle" de la Cantuta.

Ingresó con la nota más alta. Destacó como estudiante de la primera promoción de cantuteños formados en la Escuela, con categoría universitaria. Al terminar, como ordenaba el Reglamento de la Escuela, tuvo que regresar dos años al lugar de procedencia (Huari-distrito de Llamellín). En esos dos años recorrió, con su pedagogía moderna y los conocimientos que da la academia, Chingas, Rahuapampa y otros lugares más, hasta que cumplido el plazo regresó a Lima, a seguir empapándose de nuevos conocimientos, y como había egresado de la Cantuta con la primera nota, fue incorporado a la plana de profesores, cumpliendo la política de la Escuela de seleccionar a docentes jóvenes entre los egresados más brillantes. Walabonso pertenece pues a esa generación institucional formadora de maestros identificados con la doctrina de Walter Peñaloza Ramella, La Cantuta, Alma Máter del magisterio nacional, que hoy está de luto.

Maestro de maestros, Doctor en educación, Walabonso “pertenece a la estirpe de los chaimantas de la Época de Oro de La Cantuta”, como emocionado lo recuerda un discípulo suyo y compañero nuestro de la promoción 1962 y 1963; fue becario Lasspau en Puerto Rico; obtuvo el título de Profesor de Lengua y Literatura, también el de Abogado, que prácticamente no lo ejerció. Fue Decano de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Nacional de Educación y Rector de la misma.

Docente de las escuelas de posgrado de La Cantuta, UNAC, UNMSM, Garcilaso de la Vega, San Juan Bautista. Venía ejerciendo, hasta poco antes de su deceso, la Vicepresidencia Académica de la Universidad de Ciencias y Humanidades.

Incansable y fecundo investigador de la educación y la pedagogía, ha publicado alrededor de tres decenas de libros, tales como Teoría de la Educación, Dirección del Aprendizaje, Tecnología de la Investigación Experimental en Educación,  Pedagogía General, Lecturas pedagógicas, Programación y estrategias metodológicas para escuelas primarias rurales, Acerca de la Ciencia, Didáctica de la Matemática en la Escuela Primaria, Modelos matemáticos y tecnológicos de Educación, El trabajo intelectual universitario, Juventud su formación en valores y creatividad, entre otros muchos trabajos de corte pedagógico.

Fue objeto de numerosas condecoraciones; la última de ellas, el 28 de febrero de este año, en el Congreso de la República, donde recibió la medalla “El Dios Guari de Chavín”, “en mérito a su ejemplo de vida y a su gran aporte al engrandecimiento de nuestra cultura regional y nacional” y fue declarado “Patrimonio Cultural Vivo de Ancash”. Este gesto de reconocimiento se debe a la confianza del Director Regional de Cultura-Ancash en nosotros, los raimondinos.

Pero... este sábado gris limeño, 25 de agosto a las las 7 de la mañana, se apagó su vida terrenal, cuando caminaba con sus 86 años de edad a cuestas. Sus restos todavía se están velando en  la capilla Vírgen de Fátima / Malecón Armendáriz 915, Miraflores, y reposarán definitivamente en el cementerio Campo Fe de Huachipa a partir de las  5 pm del día domingo 26 de agosto de 2012. La muerte lo sorprende cuando empezaba a emprender un nuevo proyecto: escribir, en coproducción, lo que podría denominarse el libro de oro de la provincia Antonio Raimondi, en homenaje a su 50 aniversario como tal.

Los integrantes del Ingreso-1959 de las Promociones Bodas de Oro 1961 y 962 de La Cantuta, y los que hemos emprendido la tarea de escribir ese soñado libro, lo tendremos siempre en nuestros corazones. “Lo conocimos, sencillo, callado, con un talante provinciano que ocultaba una sabiduría que comenzaba a formar, llegó a prodigarnos –lo recuerda así el Presidente de la Asociación de Egresados de esta promoción colega Manuel Valdivia- una confianza que, todavía muy jóvenes, necesitábamos mucho”.

Para nosotros, sus paisanos y discípulos, no ha muerto, está en la Gloria de Dios Padre. Y no ha muerto, Walabonso, porque cuando muere un maestro se abre el camino de su recorrido en la vida, cuando muere un maestro termina de tejerse en el horizonte del tiempo su pensamiento liberador, cuando muere un maestro,  amigos, vive eternamente.

 
         Con Nélida Silva en el Congreso, Lima.