jueves, 6 de diciembre de 2012

DE LA SANTA TIERRA A LA TIERRA SANTA - SEGUNDA PARTE


(CONTINUACIÒN)
Escribe  Walter A. Vidal

Nazaret

Luego de un desayuno suculento en el hotel, salimos a recorrer la ciudad de Nazaret; en el ómnibus, el guía nos recuerda que aquí el ángel Gabriel anunció a María que concebiría un hijo, y aquí también Jesús pasó su niñez junto a sus padres cuando Nazaret estaba poblada solamente por judíos; hoy está sembrado de muchísimos monasterios, conventos, iglesias, hospitales y albergues administrados por las distintas confesiones religiosas. 



Iniciamos  nuestro recorrido por el Monte de las Bienaventuranzas, para lo cual regresamos un poco hacia el norte a Sefat. En el Monte de las Bienaventuranzas visitamos la capilla (iglesia) que guarda el recuerdo del Sermón de la Montaña (Tabgha), aquí Jesús multiplicó los panes y los peces para la muchedumbre. ¡Qué lugar tan bello Dios! con vista espectacular al Mar de Galilea; a la sombra de unos frondosos árboles el P. Reátegui celebra la misa. 







Después de alimentar nuestro espíritu bajamos a Cafarnaum, donde visitamos la Casa de Pedro y nos embarcamos al Mar de Galilea por el lugar donde se realizó la Pesca Milagrosa. Saliendo del barquito nos encaminamos al río Jordán; en su orilla (Yardenit, una tienda-restaurante y alojamiento judío) muchos confirmaron sus votos bautismales sumergiéndose al agua. Después del baño emprendemos el retorno al hotel para cenar y descansar. Fue un día incontrastable.




El río Jordán

Al día siguiente salimos temprano a Caná, donde Jesús hizo su primer milagro; vemos dos iglesias, una griego-ortodoxa y otra franciscana, llamada del Milagro. El guía nos informa que, al realizar excavaciones hallaron una inscripción en arameo, que demuestra que esta iglesia (del Milagro), construida en 1879 sobre las ruinas de un santuario del siglo VI, está en el lugar donde estaba la sinagoga de la aldea Caná de Galilea; en la cripta vemos un cántaro que, se cree, es una copia antigua de las seis jarras originales (que Jesús usó para su milagro en el contexto histórico de una boda).





Antes del medio día, regresamos a Nazaret para visitar la Basílica de la Anunciación, la Carpintería y la Fuente de María, a la que la Virgen acudía diario para sacar agua. La Basílica de la Anunciación, construida en el lugar donde el Ángel se apareció ante María,  imponente por su belleza y su Gruta interna, es un sagrado portento histórico. Su construcción (de la actual) recién fue terminada en 1969, siendo ésta la quinta iglesia construida encima de cuatro anteriores cuyos restos aun se pueden apreciar debajo. 

Basílica de la Anunciación, en Nazaret




Boquiabiertos todavía, de paso por Naim, visitamos el Monte de Tabor, en el interior de Galilea. La naturaleza aquí hizo mucho por la belleza del lugar; en su cumbre está la iglesia de la Transfiguración, desde donde se divisa el bello panorama de toda Galilea baja, al ocultarse el sol. Bajamos lentamente para incorporarnos a “nuestro” carro y regresar al hotel. Antes de acostarnos, cumpliendo la indicación del guía, alistamos maletas para madrugar al día siguiente.




Nos despedimos de Galilea

Después del desayuno, con nuestras maletas en las manos, desfilamos a “nuestro” carro, rumbo a Beit Sheán. Continuaremos –anota nuestro guía- por el valle del Jordán hasta Jericó, para bajar a la zona más baja del mundo y flotar en las aguas saladas del Mar Muerto; pasaremos por la posada del buen Samaritano y, al anochecer, entraremos a la ciudad de Jerusalén, donde nos alojaremos. Son días muy intensos los que estamos viviendo, comentamos en el carro; “nada comparable todavía con los que les tocará vivir mañana en Jerusalén”, acota el guía.

En Beit Sheán, una de las decápolis grego-romanas más grandes y mejor conservadas, observamos vestigios de una “habitación” de hace 4,000 aC.  En Jericó, la “Ciudad de las Palmeras”, tal vez la más antigua del mundo,  que “cayó –dice la Biblia- al sonar las trompetas de Josué”, mientras los israelitas cruzaban el Jordán (1250 aC), Jesús, camino a Jerusalén, pasó entre la gente que pugnaba por verlo; un señor bajito se subió a un árbol sicomoro (planta morácea). El “pata” se llamaba Zaqueo –acota el guía- y al envejecido árbol o tal vez sea su descendiente podemos todavía verlo, señala. Contemplamos también el manantial que Eliseo purificó con sal. 

Pasado el medio día, después del almuerzo, llegamos al fin a las orillas del Mar Muerto, casi achicharrados con el calor. Sin embargo preferimos la sombra a bajar y meternos al mar. Los que vinieron aprovisionados de ropa de baño, intentan entrar; pero pronto se desaniman y optan por regresarse a la sombra, vemos a personas que están flotando al parecer sin esfuerzo, no sabemos si porque sus pechos y pulmones están repletos de aire o el agua no permite tenerlos muy adentro. Estamos pues en la zona más baja del mundo, el calor nos obliga a subirnos al carro y gozar de su aire acondicionado. El guía indica a su chofer que conduzca a una casa de venta de objetos tallados de diamante; en la inmensa tienda algunos, presionados por el coqueteo de sus parejas, se animan a comprar así sea un objeto pequeñito. Pasamos por la posada del buen Samaritano, y relativamente temprano estamos entrando a Jerusalén. Empujando nuestras maletas, bajamos del carro al hotel (al parecer del mismo grupo económico que encadena a los hoteles anteriores). Apenas nos asignan las habitaciones, metemos nuestras maletas a ella y bajamos al comedor, porque las tripas están vacías (nos recuerda el jugo gástrico).

Jerusalén

Después del suculento desayuno subimos a “nuestro” carro. El guía nos indica que comenzando por el Monte de los Olivos, visitaremos el lugar de la Ascensión, la Gruta del Padre Nuestro, el Huerto de Getsemaní y la basílica de la Agonía. Después visitaremos lugares santos del Monte Sión: la tumba del rey David, el Cenáculo, Basílica de la Dormición y San Pedro en Gallicanto. Al medio día nos encaminaremos hacia Belén en Palestina, donde podremos ver la Gruta del Nacimiento y la Basílica de la Natividad. Ya afuera (extramuros), visitaremos el Campo de los Pastores, y retornaremos al hotel. 


El lugar donde Jesús permaneció más tiempo en Jerusalén, fue sin duda el Monte de los Olivos. Su cima ofrece una hermosa vista panorámica de la Ciudad Santa  y una bella capilla llamada de la Ascensión; en sus laderas del Monte entramos a Getsemaní, donde Jesús se refugió con sus discípulos más fieles antes de ser arrestado, precisamente en este lugar fue donde Judas entregó a Jesús con un beso, como testimonio hay una Gruta llamada de la Traición; la basílica conocida como Iglesia de la Agonía luce jardines llenos de olivos antiquísimos.




En el Monte Sión visitamos la tumba de David, este lugar se conocía con el nombre de Ciudad de David, en la época de Jesús fue trasladado aquí el sepulcro de este rey y se hizo un monumento a él; en 1158 accidentalmente fue descubierta su tumba, y hoy es venerada por judíos, cristianos y musulmanes. Cerca está Gallicantu (canto del gallo), lugar donde estaba situada la casa de Caifás. Dice la Biblia:

                       “Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, es el monte de Sión... la ciudad del gran Rey. Salmo 48:2.

(CONTINUARÁ)





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