viernes, 11 de octubre de 2013

TOMAS LA DELANTERA, MAESTRO CIRO

 Escribe WAVITA


Hay noticias que llegan como un ulular de silencios. Suave: Después de cumplido su cometido, te dan una puñalada. Así fue ésta: ¡Wal, el maestro Ciro García ha muerto!
Y la mirada se apaga en el teléfono ya colgado.
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Velatorio de la Medalla Milagrosa, Av. Pezet, San Isidro.  No me sorprende la cantidad de familiares, amigos, paisanos en murmullo doliente. Pero no los veo porque la mirada está dirigida,  en todo momento, desde que colgué el teléfono, al cuerpo, alma y espíritu de nuestro maestro del quinto año de primaria, allá en el centro escolar de varones 343, de la tierra colorada.
º  º  º
Trascurría los primeros años de 1950. Iniciamos el último tramo de la educación primaria con el maestro Juan Córdova, de Huari. En esas circunstancias llegó el joven profesor Juan Ciro García Salas; el director le asigna dos grupos de trabajo: el inicial y el final (5º año, por entonces); y un amplio salón de clase para el flamante maestro. Ciro alternaba sus clases con bastante facilidad con ambos grupos. Nos llamó la atención, por lo novedoso, que a los pequeñito de Transición les enseñaba a leer, a escribir, a contar, cantando:
 ...un bastonciiito, dos bastoncitos y tres bastoncitos... mmm... Esto se llama eeeeme (M)...
Su pedagogía renovada, aplicada también a nosotros, surtió un primer efecto: la motivación. Así, con fines didácticos empezamos a visitar Tacshamarka, Yarcán, Manrish... Pura Escuela Activa.
º  º  º
 Ingreso al recinto. Todos estaban de pie rezando el santo rosario. Sumo mi plegaria a la del grupo, aunque un poco impaciente. Al fin termina y me acerco al féretro. No sé a qué... ¿a entablar un diálogo? ¿Decirle hasta luego...? ¿Preguntarle si recuerda que obtuvimos un no sé si primer o segundo lugar en el concurso de canto y baile promovido por el maestro Trejo?. 
La realidad se encarga de ponernos en su campo. Ciro García yacía frío, sin vida. La realidad te enseña también a guardar el comportamiento humano, para no salir disparado con un llanto ensordecedor. Con el alma lacerado, busqué otros ojos, tal vez  llorosos,  pero abiertos...
En su “Resurrección y manifestación de Jesús”, Lucas nos revela: “[...] al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con sus aromas que habían preparado [...] pero no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.”  Dos ángeles se encargan de llevarlos a la realidad, diciéndoles: “¿Por qué buscan entre los muertos  al que está vivo?
... Ciertamente el pasaje bíblico me iluminó la mente. Ciro está afuera, en la memoria de todos los que están allí presentes  y ausentes también. Ciro no ha muerto.
Ciro, maestro, sé que estás como siempre alegre, allá donde están ya muchos maestros como nuestro llorado Walbonso Rodríguez... Allá nos encontraremos.


Rutas del recuerdo: Llamellín




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