Este vistoso y noble pajarito, escondido en alguna rama, sin
proponérselo, me está conduciendo a otro lugar, de mucho sol, tupidos bosques
de huarangos y retintos quen- quenes preguntando con voz de campanilla quién
eres.
Mejor un poema, escrito en 1952, para describir aquel lugar
de mis recuerdos.
Atardece
(Colca, enero 52)
Cuando
cansado me siento,
y la tarde
sofocante va entrando
en agonía…
desde las
oscuras ramas se elevan
trinos de
bendiciones y alabanzas
al Creador.
Voces son de quenquenes, palomas
hasta del solitario despistado gorrión,
en letanía…
también de una mancha de papagayos
cruzando el caudaloso y ancho río
a las rocas de Carí.
Aquí, en
casa hacienda, con zumbidos
y diversos
rezos, abejas y moscardones,
lentamente…
van dejando
las bellas flores del valle,
mientras un
vistoso tuctu-pillín todavía
no cesa de
cantar.
Los chiyampuyes añaden su chirriar
al canto inefable del turbio Marañón,
mientras
la delicada caricia del aire perfumado
seca de mi frente y mi cálido rostro
copioso sudor.
por la tarde
que murió al gemido
del viento…
guarangos,
platanales, cañaverales,
taras,
alisos, y del viejo eucalipto
también.
Ya los elevados cerros están de negro;
y la noche de sombras se ha llenado,
¡Máuser!
Te toca ladrar, noble y fiel compañero.
¡Taladra con tu voz el valle misterioso!
Sí, amigo, allí.
¡Deslízate
entre chirimoyos y guayabos,
¡Huyan
ucumarias! ¡Límpiense murciélagos
del cielo!
Salgan
awilus de sus milenarias chullpas
¡Cállate un
instante, tú también, apacible
¡Marañón!.
Con esa misma delicada caricia también he desempolvado –y
pulido- el poema (In supra) que ha revivido mis recuerdos y mi imaginación,
hoy, en este parque de frondosos árboles, postes de cemento de luz artificial…
y del escondido tuctu- pillín. Esta noche se han congregado también:
Naturaleza, Hombre, Recuerdos, Imaginación…¡todo
¿Hay elementos vitales ausentes en este parque? Sin duda el
más notorio es la no presencia del agua, así sea solo en sonido. El mar está
distante. Pero, así como el tuctu-pillín me transportó hasta aquel ribereño
valle del Marañón, ¿por qué esta avecilla no puede traer el líquido elemento a
mi imaginación? No al mar que, a esta hora, ya no se distingue. Sino, por
ejemplo, una acequia ancha, natural, por la que fluye agua cristalina. Y punto.
Me dejo llevar por el poder de la imaginación. En efecto,
ahora tengo dificultad para cruzar la ancha acequia de agua cristalina y
continuar mi caminata. Pero abajo (ya no estoy en un territorio como mesa de
billar), en la esquina suroeste del parque, el agua, pasando unas rejas de
metal que atrapan cosas, se mete a otra acequia construida por el hombre. Esto
se llama cultura, en contraposición a la naturaleza, donde la mano del hombre
jamás ha intervenido. ¡Naturaleza y Cultura juntas y abrazadas! Qué hermoso
cuadro nos ofrece la imaginación. Pero eso no ha ocurrido en la vida, salvo en
aquel lejano Imperio de los Incas.
Sigo dando vueltas y vueltas, alrededor del parque, frente a
mi casa. Dos vuelta más y “me quito”. Pero Los recuerdos llueven a cántaros,
abrumando mi pensamiento.
Hay un dolor encadenado -escribí alguna vez- en las rocas del Cáucaso en Prometeo, pero en la ficción (Esquilo, siglo V a. C); en la realidad, en Cólgota, más que su pecho abierto por una lanza, a Jesús, le dolía la miseria humana. A aquel, la pobreza material; pero a Jesús, la pobreza moral y espiritual más que la material. Por enseñar a trabajar la tierra a los hombres, los dioses lo encadenaron a unas rocas a Prometeo; por enseñar la verdad con amor, los hombres crucificaron a Jesús. Repito: a Prometeo en la ficción (escribió Esquilo), a Jesús en la realidad…
Es difícil dejar de pensar también en lo que nos está
ocurriendo; mejor decir, en lo que le está ocurriendo al mundo entero. No sé si
la Tierra vivirá otra pandemia. Pero sí estoy convencido que “estamos llamados
a cambiar la historia con la fuerza humilde del amor” como nos exhorta
Francisco. Se refiere, sin duda, a ese humilde amor que se enfrenta al mal, que
está siempre contigo, sufriendo o gozando, en las malas y en las buenas; que es
música como el canto, ya apagándose a esta hora, del tuctu-píllín, no ruido
macabro. Aquel amor –recuerda Francisco- que movió a un Hombre a morir en la
cruz, con dolor y mucha tristeza, por sentirse traicionado y abandonado…
abandonado hasta por su mismo Padre y por sus amigos más cercanos.
Si esta peste pandémica ha sido fabricada por el hombre, ello
sería la maldad más macabra que uno puede imaginar; pero aprovecharse de esta
mal nacida, también es obra del mal. Pero, menos mal, he visto alguna que otra
acción de solidaridad y fraternidad, en algunas personas, durante esta etapa de
dolor, de miedo, de cansancio. El drama nos debe obligar a tomar en serio la
vida y no a perdernos en cosas insignificantes (como muchos parlamentarios). La
vida no sirve, si no sirve al necesitado.
Muchos nos hemos puesto a observar nuestros adentros; a mirar
afuera, después, lo que sucede con el bien y con el mal. Por ejemplo, vemos que
casi la mitad de la población está involucrada con el gasto superfluo, (Compra,
Usa, Bota) mientras la otra parte sufre la necesidad de comer, vestirse y vivir
bajo un techo. El Hombre tiene hoy la oportunidad de cambiar la historia
humana. “Necesitamos construir una sociedad más tolerante, sin miedos, sin
fantasmas”, como dice el presidente Sagasti.
El hombre, a veces, ha necesitado de importantes y
extraordinarios sucesos para cambiar. San Agustín escuchó la voz de un niño que
le decía: "Toma y lee; toma y lee…" El sabio abrió al azar su Biblia
y se da con Pablo diciéndoles a los romanos: "Nada de comilonas ni
borracheras; nada de lujurias y desenfrenos... revestíos más bien del Señor
Jesucristo”. San Agustín cambió, se propuso llevar una vida de oración y meditación.
Yo, que estoy caminando con el pensamiento que se me
revienta, digo, finalmente, ¿no tiene que ver en todo esto la Educación? Claro
que sí; La Educación, como fin no como medio, como perfeccionarse del hombre
permanentemente. Sin embargo, hemos constatado, por ejemplo, que la Universidad
peruana ha tenido la especial ocurrencia de no continuar educando. Todo lo
axiológico debía continuar impartiéndose transversalmente.
Me preocupa que la ciencia y su hijastra la tecnología han
avanzado por el ascensor a niveles elevados, auspiciando esta mundialización de
la vida del hombre, básicamente en aspectos económicos y comunicacionales. En
cambio, otros conocimientos reflexivos, más críticos, con aspiraciones a llegar
a la verdad total no han avanzado de la misma manera; si han subido, lo han
hecho por la escalera; y en nuestro país, al parecer, en muchos aspectos, se ha
estancado y hasta se puede decir que ha retrocedido. Por ejemplo en el
conocimiento y práctica de los valores. En este escenario, hemos “descubierto”
que la moral no cuenta para nada; habíamos llegado a un trastrocamiento de
valores y creencias, como el endiosamiento del dinero.
La educación, no funcionó, como debiera. La educación se
inicia con la gestación y nos acompaña durante toda la vida. Jean Jacques
Rousseau (1712-1778) afirmaba que la educación tiene tres elementos: la
educación de la naturaleza interna, la educación de los hombres y la educación
de las cosas; aspectos que están también en la educación de las culturas
ancestrales del Perú.
Hablando de educación, ahora tenemos a un maestro de escuela
primaria de presidente. La huelga de maestros de hace dos años, con Pedro
Castillo como líder, fue cuestionado por PPK, quien dijo que existe una
"motivación política más que pedagógica"; la ministra de Educación,
hay infiltraciones del Movadef; mientras que las bases regionales, concentradas
en la Plaza San Martín, pedían básicamente aumento salarial. El gobierno
ofreció dos mil soles. En agosto el Congreso aprueba interpelar a la ministra
de Educación. En setiembre los dirigentes suspenden la huelga. En la Plaza Dos
de Mayo Pedro Castillo confirma la suspensión temporal de la protesta. Ahora
Castillo es presidente. La derecha lo colocó “sin querer queriendo” (al imponer
su presencia en casi todos los medios televisivos para “bajarla” a Verónica).
Se logró ese objetivo; pero al parecer también se les pasó la mano. ¡Con el
pueblo no se juega!
Entro a mi dormitorio a seguir soñando.
Hasta mañana
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