Nota de Walter A. Vidal Tarazona
Con motivo de homenajear a las provincias de Pomabamba, Pallasca y Sihuas por sus 150 y 50 años de creación como provincia, se realizó un evento en el Club Ancash el miércoles 16 de los corrientes, el que consistió en la presentación de dos libros de creación andina, en Lima: Palpitar del Ande de cinco escritores, entre ellos el escritor Antonino Vidal Vidal, y Pomabamba, la Ciudad de los Cedros, del mismo autor pomabambino, esforzado trabajador de las letras y querendón indomable de su tierra.
A continuación algunos pasajes de mi discurso de agradecimiento en nombre de los cinco coautores de palpitar del Ande.
“[…] Es para mí un honor hacer uso de la palabra en nombre de Antonino Vidal Vidal, Elmer Neyra Valverde, Juan Rodríguez Jara y Carlos Garay Veramendi, autores del libro Palpitar del Ande. Relatos y poesías, para agradecer a las personas e instituciones que han hecho posible su presentación, en esta noche de fiesta de la cultura en el Club Ancash.
En la construcción de un libro concurren muchos factores. Pero para construir un libro literario, hay que crear la palabra meditada, la más bella y la más cercana a la verdad, a la cual se alcanza no necesariamente por el camino de la razón. Decía Antonino Vidal “ la divinización de la palabra como significante de la razón, [muchas veces] constituye el metal con el que están fabricados los barrotes de la prisión que impiden alcanzar la palabra al servicio del arte y la belleza.”
Ciertamente, en un mundo donde todo está manejado por la tecnología, el pragmatismo y la razón del dinero, en un contexto donde el mercado ya no es de libre concurrencia ni competitivo sino que está plagado de imperfecciones, generadas y generadoras de corrupción, construir un libro, que no se alinee en esta dirección contextual, es difícil.
Por eso, hacer Palpitar del Ande, al principio, sonaba como algo deseado y nada más. Sin embargo se hizo realidad, y se hizo realidad gracias “a cinco amigos forjados en el yunque de su propio tesón y ungidos por el cariño profundo a la tierra”. Por lo cual, me permito empezar con mi agradecimiento, considerando en lo esencial y más cercano a lo nuestro, por los creadores de la palabra de los relatos y las poesías de Palpitar del Ande.
Fue en el marco de las conversaciones de sobremesa de tres entrañables amigos, Juan Rodríguez, Elmer Neyra y el que habla, durante el encuentro de AEPA en Huari, en mayo del año pasado, como nace la idea. Analizábamos las muchas circunstancias por las que nuestros pueblos, en especial los de la región andina, no beben como es debido de la cultura vivificante de la palabra escrita con temáticas propias de la región. ¿Cómo llegar a ellos con nuestro pensamiento volcado en palabras – nos preguntábamos- sin afectar demasiado sus bolsillos, en este maremágnum mercantil de producción irracional y consumismo frívolo, donde lo que menos interesa es la cultura y la educación?
Así, “al calor de la tertulia aromada con el café huarino, fue, pues, como surgió la idea de tentar una publicación colectiva, con una labor en equipo, a fin de prorratear costos y generar una sinergia que hiciera posible una publicación, mediante esta forma, mínimamente una por año, y que nos permitiera llegar con precios accesibles a nuestros hermanos necesitados del nutricio espiritual de la palabra expresada con verdad y belleza. El proyecto se puso en marcha, sumando al grupo a dos excelentes cultores de la poesía y la narración, también de aquella región, Antonino Vidal y Carlos Garay, con quienes compartimos preocupaciones literarias y sociales comunes. Y como lo decimos en el prólogo de esta obra, que hoy queremos compartir con ustedes, nace con “harto Perú, mucha arcilla y roca de aquellas que bordean los serpenteantes caminos andinos”.
Así, Elmer y Juan, piscobambinos, nos dirán en este libro, el primero, en sus versos, así:
como una rueca que retuerce/ los hilos viejos de su infancia/abrazado por la sombra del eucalipto/beberé de su copa verde/la savia más humana, la savia vida/que profeta alguno halló/en sus viajes de espiga y esperanza.
El segundo nos hablará de Pishgopampa, de la casita de tejado rojo, de vigas de eucalipto, mantayes y carrizos del río Collota o Vizcacha.
Antonino, en su narrativa Retorno al Terruño, nos permitirá casi escuchar nuestra música andina “como el agua bautismal, que purifica el alma, alas del viento que nos lleva al follaje florido, donde cantan las aves y los ríos sus arpegios de vida”.
Y Carlos, del Paraíso de las Magnolias, enamorado del Callejón de Huaylas, donde vive, le cantará a su edén de quenuales:
Tu aldea verde-cana, hogar de trinadores/ pajarillos de puna que canoran alegrías/desde tus caprichosas ramas allegri/gala sublime es para dioses de tu redor;/ y/ sin par hechizo, para errantes humanos.
A ellos, mi más profundo agradecimiento.
Igualmente, especialísima mención merecen Danilo Barrón, representante de AEPA y Bertha Silva, Presidenta del Centro Cultural Llamellín, por sus palabras que nos alientan e insuflan motivadoramente por y para seguir bregando en la obra emprendida.
A Danilo Sánchez Lihón, eximio escritor peruano, paisano del poeta universal César Vallejo, fundador y director de Capulí, Vallejo y su Tierra, por su magistral comentario analítico y objetivo.
A Julio Rolando Villanueva Sotomayor, también nuestro agradecimiento, por los sesudos conceptos vertidos esta noche.
Los sabios y académicos comentarios a los relatos y poesías de Palpitar del Ande, que hemos escuchado esta noche, constituirán el maná espiritual que nutrirá a los autores, y que terminará irradiándose en nuestro pueblo.
A Nalo Alvarado, Aureo Sotelo, Pepe Tarazona y muchos amigos más, por ayudarnos con generoso ánimo para perseverar en el trabajo literario.
Al presidente del Club Ancash, que siempre no escatima su apoyo al quehacer cultural ancashino.
Y de manera especial, nuestro sincero agradecimiento a la selecta concurrencia, sin ella no habría sido posible este encuentro cultural de fiesta espiritual con el colorido con que nos ha engalanado.
Para terminar, siempre en nombre de los cinco, saludo a Pomabamba, la Ciudad de los Cedros, a Pallasca y Sihuas por sus 150 años y 50 respectivamente como Provincia. A ellos hemos dedicado esta primera versión de Palpitar del Ande.
Quiero, al cumplir hoy dicho aniversario de Pomabamba, sumarme al saludo a su pueblo generoso, en un poema dedicado a su patrimonio emblemático, como es Yaino.
CANTO A YAINO
A continuación algunos pasajes de mi discurso de agradecimiento en nombre de los cinco coautores de palpitar del Ande.
“[…] Es para mí un honor hacer uso de la palabra en nombre de Antonino Vidal Vidal, Elmer Neyra Valverde, Juan Rodríguez Jara y Carlos Garay Veramendi, autores del libro Palpitar del Ande. Relatos y poesías, para agradecer a las personas e instituciones que han hecho posible su presentación, en esta noche de fiesta de la cultura en el Club Ancash.
En la construcción de un libro concurren muchos factores. Pero para construir un libro literario, hay que crear la palabra meditada, la más bella y la más cercana a la verdad, a la cual se alcanza no necesariamente por el camino de la razón. Decía Antonino Vidal “ la divinización de la palabra como significante de la razón, [muchas veces] constituye el metal con el que están fabricados los barrotes de la prisión que impiden alcanzar la palabra al servicio del arte y la belleza.”
Ciertamente, en un mundo donde todo está manejado por la tecnología, el pragmatismo y la razón del dinero, en un contexto donde el mercado ya no es de libre concurrencia ni competitivo sino que está plagado de imperfecciones, generadas y generadoras de corrupción, construir un libro, que no se alinee en esta dirección contextual, es difícil.
Por eso, hacer Palpitar del Ande, al principio, sonaba como algo deseado y nada más. Sin embargo se hizo realidad, y se hizo realidad gracias “a cinco amigos forjados en el yunque de su propio tesón y ungidos por el cariño profundo a la tierra”. Por lo cual, me permito empezar con mi agradecimiento, considerando en lo esencial y más cercano a lo nuestro, por los creadores de la palabra de los relatos y las poesías de Palpitar del Ande.
Fue en el marco de las conversaciones de sobremesa de tres entrañables amigos, Juan Rodríguez, Elmer Neyra y el que habla, durante el encuentro de AEPA en Huari, en mayo del año pasado, como nace la idea. Analizábamos las muchas circunstancias por las que nuestros pueblos, en especial los de la región andina, no beben como es debido de la cultura vivificante de la palabra escrita con temáticas propias de la región. ¿Cómo llegar a ellos con nuestro pensamiento volcado en palabras – nos preguntábamos- sin afectar demasiado sus bolsillos, en este maremágnum mercantil de producción irracional y consumismo frívolo, donde lo que menos interesa es la cultura y la educación?
Así, “al calor de la tertulia aromada con el café huarino, fue, pues, como surgió la idea de tentar una publicación colectiva, con una labor en equipo, a fin de prorratear costos y generar una sinergia que hiciera posible una publicación, mediante esta forma, mínimamente una por año, y que nos permitiera llegar con precios accesibles a nuestros hermanos necesitados del nutricio espiritual de la palabra expresada con verdad y belleza. El proyecto se puso en marcha, sumando al grupo a dos excelentes cultores de la poesía y la narración, también de aquella región, Antonino Vidal y Carlos Garay, con quienes compartimos preocupaciones literarias y sociales comunes. Y como lo decimos en el prólogo de esta obra, que hoy queremos compartir con ustedes, nace con “harto Perú, mucha arcilla y roca de aquellas que bordean los serpenteantes caminos andinos”.
Así, Elmer y Juan, piscobambinos, nos dirán en este libro, el primero, en sus versos, así:
como una rueca que retuerce/ los hilos viejos de su infancia/abrazado por la sombra del eucalipto/beberé de su copa verde/la savia más humana, la savia vida/que profeta alguno halló/en sus viajes de espiga y esperanza.
El segundo nos hablará de Pishgopampa, de la casita de tejado rojo, de vigas de eucalipto, mantayes y carrizos del río Collota o Vizcacha.
Antonino, en su narrativa Retorno al Terruño, nos permitirá casi escuchar nuestra música andina “como el agua bautismal, que purifica el alma, alas del viento que nos lleva al follaje florido, donde cantan las aves y los ríos sus arpegios de vida”.
Y Carlos, del Paraíso de las Magnolias, enamorado del Callejón de Huaylas, donde vive, le cantará a su edén de quenuales:
Tu aldea verde-cana, hogar de trinadores/ pajarillos de puna que canoran alegrías/desde tus caprichosas ramas allegri/gala sublime es para dioses de tu redor;/ y/ sin par hechizo, para errantes humanos.
A ellos, mi más profundo agradecimiento.
Igualmente, especialísima mención merecen Danilo Barrón, representante de AEPA y Bertha Silva, Presidenta del Centro Cultural Llamellín, por sus palabras que nos alientan e insuflan motivadoramente por y para seguir bregando en la obra emprendida.
A Danilo Sánchez Lihón, eximio escritor peruano, paisano del poeta universal César Vallejo, fundador y director de Capulí, Vallejo y su Tierra, por su magistral comentario analítico y objetivo.
A Julio Rolando Villanueva Sotomayor, también nuestro agradecimiento, por los sesudos conceptos vertidos esta noche.
Los sabios y académicos comentarios a los relatos y poesías de Palpitar del Ande, que hemos escuchado esta noche, constituirán el maná espiritual que nutrirá a los autores, y que terminará irradiándose en nuestro pueblo.
A Nalo Alvarado, Aureo Sotelo, Pepe Tarazona y muchos amigos más, por ayudarnos con generoso ánimo para perseverar en el trabajo literario.
Al presidente del Club Ancash, que siempre no escatima su apoyo al quehacer cultural ancashino.
Y de manera especial, nuestro sincero agradecimiento a la selecta concurrencia, sin ella no habría sido posible este encuentro cultural de fiesta espiritual con el colorido con que nos ha engalanado.
Para terminar, siempre en nombre de los cinco, saludo a Pomabamba, la Ciudad de los Cedros, a Pallasca y Sihuas por sus 150 años y 50 respectivamente como Provincia. A ellos hemos dedicado esta primera versión de Palpitar del Ande.
Quiero, al cumplir hoy dicho aniversario de Pomabamba, sumarme al saludo a su pueblo generoso, en un poema dedicado a su patrimonio emblemático, como es Yaino.
CANTO A YAINO
A Pomabamba, la ciudad de los cedros
Gran yaya, misterioso Apu Yaino,
Colosales con Chavín y Yarcán,
tus hermanos de sangre y piedra;
el cielo, el agua, el cóndor: tu reino.
Magestuosos muros encantados
cantan himnos bravíos de eternidad,
piedra tras piedra, historia milenaria
de Conchucos sus pueblos erguidos.
Oh, ciudadela de castillos soberanos,
Qué misterios empuñan tus piedras,
Qué sueños están dormidos en tu cielo.
Iré a tí con mi rima rima en el pecho,
el chimayche de pumas en el alma,
gran yaya, misterioso, Apu Yaino.
WAVITA
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