jueves, 31 de mayo de 2012

EL DÍA QUE DIOS LLORÓ

Del blog de Nalo Alcarado



31 DE MAYO

.                                            Por Walter A.  Vidal Tarazona      
.
¿Qué es aquel lejano
ronco
sordo
hondo
bramido
que se atora,
helando las tiernas sonrisas
de jalca huaracina?
.
¿Acaso algún monstruo
quiere romper el suelo?

¿Quiere la tierra
sacudirse de tanta
humana miseria?
.
Debajo de sus pelados
piececitos de chancaca,
ahí, dentro del suelo, cerca,
sentían resoplar a la bestia,
que sin embargo no aparecía.
.
Se zarandean
rocas
chozas
ovejas
¡Todo, Taita Dios, todo!
.
Sus ojitos clavados al camino,
por donde madrugaron
papá y mamá,
sólo vieron levantarse
negras capas de tierra.
.
¡Mama Pacha!
¡no te quiebres!
Pero la tierra,
siguió temblando.
.
Era un 31 de mayo.

Aquel 31 de mayo,
cuando todo se acababa
sin terminar nunca.
.
Al fin, de sus gargantitas
se desató un desesperado y viejo
¡Mamiiiita! Maaaá...
estrellándose
en el negro firmamento
ahogándose en las rocas,
donde no estaban ya
ni los cóndores más machos
ni los ahuilus más sabios.
.
Sólo, entonces,  solo
con su sombrerito bajo el brazo
cayó de rodillas,
sin saber si su puna
había parido una fiera,
o los Andes reñían con el cielo;
sin saber si moría su sueño
o si soñaba su muerte.
.
Sólo, entonces,  sola,
aquella noche más negra
y más callada que nunca,
recibió un puñado de cansancio
que se derramó
con olor a muerte.
Se cerraron los ojitos,
Se hincharon también;
y en un nuevo despertar,
por las calles de Huaraz,
sus caritas de papa rosada
sus piececitos de chancaca,
sus limpias sonrisas
se iluminaron;
se iluminaron al encontrar
a papá y a mamá
envueltos en una bandera
de sangre y nieve.
.
Inflaron sus pechitos,
levantaron sus puños,
esos cuatro puños de Atusparia.
Gritaron ¡Basta!
¡No tiembles Huascarán!
.
.
A YUNGAY
.
Por Walter A. Vidal Tarazona      
.
Estás llorando Huascarán
hasta rasgar tu misma entraña.
.
Pero no tiembles otra vez,
Apu Huascarán,
por ahogar el grito de tu garganta
con gruesas lágrimas de cuchillo.
.
Has sepultado una y otra vez,
a tus propios hijos.
.
¿Por qué?
¿No basta tu blanca sonrisa
para arrancarle amor al cielo?
¿No es suficiente tu belleza
en las madrugadas de sol
para encantar a los hombres?
.
¿Prefieres sepultarlos a tus hijos
en tu propia entraña,
porque no quieres verlos
sufrir de hambre y sed de justicia?
.
¿Por qué lloras, Huascarán,
hasta rasgar tu misma entraña?
.
Ahí está la antigua Ranrajirca
una herida negra
hecho dolor en tu garganta.
.
No tiembles más, Huascarán,
un día llegará el pan
para tus hijos.
Y no envenenarán más su tierra
¡Pero no llores,
por ningún motivo,
hasta rasgar tu misma entraña!

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