Walter A. Vidal Tarazona.
Se trata de una ponencia sustentada por el profesor Biólogo Ricardo S. Puebla Wuth que hemos leído en un documento de trabajo entregado en el I Seminario Internacional: “EVALUACIÓN DEL APRENDIZAJE: Teoría y Práctica”. Universidad de San Martín de Porres. 14-16 de julio de 2005, una separata de 7 pp. El caso es que se sigue discutiendo, aunque ya con menos fuerza, el tema de las competencias (Currículo por competencias, silabo por competencias, es decir casi todo por competencias).
El documento empieza con la importante y básica pregunta: ¿De dónde surgió la educación basada en competencias?; aunque, después de responder la pregunta, que por cierto es pertinente, el autor no entra a discutir lo esencial del tema, cual es, el porqué de una educación basada en la búsqueda sólo de competencias.
El documento empieza con la importante y básica pregunta: ¿De dónde surgió la educación basada en competencias?; aunque, después de responder la pregunta, que por cierto es pertinente, el autor no entra a discutir lo esencial del tema, cual es, el porqué de una educación basada en la búsqueda sólo de competencias.
Paso a paso, voy a transcribir los párrafos pertinentes para someterlos, a un análisis desde un enfoque u óptica de la teoría crítica de la enseñanza (Canfux, 2000).
El expositor se pregunta: “¿De dónde surgió la idea de una educación basada en competencias? El ABC [Aprendizaje en Base a Competencias], surgió como una respuesta a la necesidad -en las naciones desarrolladas –de ser eficientes y competir con calidad, más que con cantidad, a las presiones de los mercados y sus economías [...] la década de los `80s marcó eventos decisivos en nuestro mundo occidental, creció la demanda por la calidad en los mercados y se reconoció a esta como una función derivada del desempeño eficiente de personas que laboran y de la inclusión de nuevas tecnologías más eficientes y limpias, pero también más complejas. Al innovar en las tecnologías, nuevas demandas surgieron en las capacidades exigidas a los trabajadores.”
Nuestro comentario: Detrás de este modelo ABC está la necesidad de ser competitivamente eficiente para el mercado (lo que no necesariamente significa pertinencia). Es decir, lo que prima como fundamento del modelo es el carácter economicista de la vida, donde la educación (este tipo de educación) es elemento importante, pero su importancia es sólo como un instrumento de medida económico-administrativa: la educación como instrumento para competir con calidad a exigencias del mercado. Observe, además, en este contexto el papel que jugó la tecnología con sus exigencias de capacitación laboral. Es correcto el reconocimiento de este hecho por parte del autor. El aspecto tecnológico está ligado, además, al concepto de competencia, y el concepto de competencia (competitividad) está ligado al concepto de calidad. Veamos cómo define las competencias el autor.
DEFINICIÓN DE COMPETENCIAS.
“[...] Las competencias, pueden ser definidas como el conocimiento, las actitudes y las destrezas para desarrollar con éxito una labor determinada y están referidas, propiamente a descripciones de tareas las que, al cumplirse exitosamente permiten reconocer explícitamente un desempeño correcto, en alguna actividad. Sin embargo, si actualizamos la definición en los términos que en párrafos anteriores comentábamos, Perrenoud, J (1999) las describe como ‘las capacidades para actuar de manera eficaz en un tipo definido de situación, capacidades que se apoyan en conocimientos pero no se limitan a ellos’. Como señala este autor, la definición actual de Competencias no limitan su descripción a los conocimientos adquiridos, sino que los incluyen dentro de los llamados atributos personales (conocimientos, destrezas, actitudes, aptitudes, hábitos y saberes éticos); estos, se han modificado por la experiencia y se pueden ser (sic) mejorados hasta lograr un correcto desempeño en la resolución de tareas, a ser realizadas por la persona para cumplir un cometido de calidad. [...] el diseño por competencias hace posible explicitar las habilidades requeridas- señalando cómo se utilizan y deben transformarse en atributos-, para la realización adecuada de una o varias tareas que permitan realizar con éxito un determinado desempeño.”
Nuestro comentario: El autor define correctamente lo que son competencias (no maquilla la definición correcta de competencias): concepto que conduce sólo a la descripción de tareas que permiten un desempeño correcto, es decir idóneo; muy bien, pero la actualiza señalando que el nuevo término incluye no sólo conocimientos, sino también destrezas, actitudes (valorativas?, teleológicas?, no se sabe), aptitudes, hábitos y saberes éticos. La pregunta que corresponde hacer es: cuál es la finalidad de modificar o reconstruir el concepto de “competencia”, habiendo palabras o símbolos que muy bien pueden designar lo que se desea expresar (formación integral, desarrollo total, etc, si se desea decir que se está educando), o de lo contrario ¿porqué, en última instancia, no se construye otro término que designe lo que se desea definir? (la investigación es aporte, creación, construcción). La respuesta no sabríamos con certeza, pero podemos conjeturar varias hipótesis: confundir el concepto de educación, proteger la tesis educacional del ABC mutila el concepto de educación, etc. Esta segunda conjetura me parece más cercana a la veracidad, aunque para ello tampoco es contraproducente una cierta dosis de confusión. Veamos por qué.
Lo cierto es que la “educación” basada sólo en competencias no es educación. No es educere, esto es, orientar a la persona desde dentro, es decir apoyar su desarrollo educiéndolo; pero tampoco es educare, formación integral, es decir orientar a la persona de afuera hacia adentro, con objetivos donde tenga cabido también los valores axiológicos, permanentes, tan urgentes en el mundo de hoy, donde lo que se nota es un desequilibrio a favor del conocimiento tecnológico (sólo el saber hacer), muy ligado al concepto de competencias, es decir al correcto concepto de competencia.
Algo más: en la definición de competencias el autor incluye, al principio, las actitudes, (conocimientos, actitudes y destrezas), éstas por cierto son disposiciones, podría decirse, de naturaleza psicológica, que preparan al individuo para cierto tipo de actividades (Diccionario Nakal) no necesariamente implican actitudes positivas, éticas o valorativas; en la definición modificada o ampliada también se incluyen las actitudes – “conocimientos, destrezas, actitudes, aptitudes, hábitos y saberes éticos”- en los términos antes descritos (diccionario), pues de lo contrario no se señalaría ya los saberes éticos en la definición ampliada que da el autor; pero, además, añadir “saberes éticos” resulta ilógico e innecesario, porque la ética como saber estaría incluida en conocimientos. Aparte de ilógico, resulta confuso el concepto, toda vez que hace alusión a la ética como conocimiento y no como praxis, es decir ética como información y no como elemento formativo, práctico. En concreto, así aceptemos una “modificación” en el concepto de competencia seguiría siendo sólo un aspecto de lo que realmente se entiende por educación. Para ser un hecho educativo faltaría el aspecto formativo de la ética (educación moral).
Quisiera referirme, de paso, a la batalla que libró, quijotescamente creo, el recientemente desaparecido Dr. Walter Peñaloza (Rector Vitalicio de la UNE, Profesor emérito de la UNMSM, y condecorado últimamente en la Sorbona) contra lo que se llamaría la arremetida de elementos educacionales basados en sólo competencias, que tienen sus fundamentos básicamente en el constructivismo radical, en contra de la educación, en particular en contra de la educación universitaria (leer su última producción “los propósitos de la educación”, 2003). Los años setenta y ochenta Peñaloza estuvo también dando la batalla contra el conductivismo de entonces que trató de introducirse en la denominada reforma de la educación (“Tecnología educativa”, 1980).
Debo, sin embargo, aclarar que no estoy en contra del trabajo por competencias. Al contrario, está permitiendo grandes avances en cuanto a la calidad de la educación universitaria. Pero es insuficiente, e insisto que, peligrosamente mutila la amplitud conceptual de educación y del educador, de la formación integral del ser humano antes que su formación profesional.
CATEGORÍAS DE COMPETENCIAS.
El autor del ensayo, seguidamente, señala “[...] tres categorías de Competencias en las personas. Estas son:
1. Las Competencias Básicas [en negritas]: Son las competencias mínimas para un adecuado desempeño en cualquier ámbito de desarrollo, tanto personal como laboral. Ej.: leer, escribir, nociones de aritmética, cálculo y matemáticas, expresión y comprensión oral, etc.
2. Las Competencias Genéricas [ibid]: Estas son los comportamientos y actitudes de las personas, que son transversales a diferentes ámbitos de actividad personal y laboral. Ej.: Competencias conductuales, competencias de empleabilidad.
3. Las Competencias Laborales [ibid]: Atributos que se han adquirido, por el desarrollo de capacidades para desempeñar funciones productivas en diferentes contextos, de acuerdo a requerimientos de calidad de los sectores productivos. Ej.: saber operar maquinarias especializadas, supervisar y controlar una obra.”
Seguidamente, añade:
“[...] las dos primeras dependen en gran medida de procesos de aprendizaje que debieran ocurrir prioritariamente en la educación común (no quiero decir tradicional, pues suele confundirse el término) y en la vida familiar. Pero, lo que es más determinante es que las competencias laborales buscadas hoy en día, se adquieren con mejor propiedad si las dos anteriores están sólidamente incorporadas en la persona [...] La real dimensión –dice el autor- del Aprendizaje Basado en Competencias, está en la calidad con que hacemos la enseñanza inicial de nuestros niños, jóvenes y adultos.”
Nuestro comentario: ¿Las competencias laborales necesariamente se tienen que enseñar-aprender en la universidad? No sabríamos lo que el autor opina al respecto. Creo que el quid del asunto (de la discrepancia con los defensores de sólo competencias, sólo profesionalización) va por ahí. ¿Se requiere de una educación universitaria para generar competencias laborales o profesionales que satisfagan el mercado competitivo? Me parece que no. Es decir no necesariamente. Un técnico que posee experiencia en el manejo de máquinas puede operar una, con mayor destreza que un profesional (científico); es decir no necesita ser formado para realizar esta tarea de manera integral como persona. Aquí hay una definición (deslinde) de lo que consideramos una educación y lo que es simplemente un adiestramiento. La Universidad hoy –coincidimos con Peñaloza- sólo está adiestrando, debiera también educar. Salvo que se tenga un razonamiento sui géneris en el sentido de que la educación se da en la “educación común” y en la familia, y ya no se da en la Universidad (no es esta la idea del autor que hemos comentado). Dejemos, por nuestra parte, que el hecho educativo se da a lo largo de toda la vida del hombre.
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Referenciales:
Canfux Sangler, Verónica. Sobre la formación de profesores desde la teoría crítica de la enseñanza. En Revista Cubana de Educación Superior, 2000.
Referenciales:
Canfux Sangler, Verónica. Sobre la formación de profesores desde la teoría crítica de la enseñanza. En Revista Cubana de Educación Superior, 2000.
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