sábado, 3 de octubre de 2015

COMBI NEOLIBERAL


WALTER  A. VIDAL TARAZONA

Ajá, Lima jueves 18 de abril del 2002: “Durante tiroteo con delincuentes tombo voló cabeza a marcador de micros [...], padre de familia que se ganaba la vida, en la fatídica esquina donde solía ubicarse todos los días para entregar información a los transportistas”.

A partir de los años 90 el libre flujo de capitales, la desregulación, las privatizaciones, todo eso y más, en un contexto de grandes y violentos cambios en el conocimiento y la tecnología, aceleraron en el mundo una concentración del ingreso y una centralización de capitales desconocida hasta entonces. Esto conduciría a un cambio de ritmo del capitalismo. Detrás de todo este escenario global, el neoliberalismo como doctrina y modelo.

 En Lima, el “correteo” de los combis quinceañeros -la edad promedio de estas máquinas está entre 15 y 18 años- es en miniatura, el retrato del neoliberalismo en un país pobre, en un contexto de un gobierno proclive a cumplir, salvaje y gozosamente, las normas y preceptos del neoliberalismo a ultranza.

 El explosivo crecimiento del número de vehículos  (casi seis veces más que hace diez años, para un volumen de viajes de  7 millones por día generado por el 70% de la población;  según el Instituto Metropolitano de Planificación, Lima, sólo requiere de unos 28 mil unidades y no casi el doble de los que circulan actualmente, de los cuales el 95% está dominado por las diversas formas de transporte informal)  ha originado un caos en la ciudad. Una externalidad negativa que limita el acceso a los servicios públicos, acorta la jornada de trabajo en términos de eficiencia, maltrata a la gente y amplía la desigualdad social; en realidad, una verdadera pérdida económica Esta externalidad en el transporte es liderada nada menos que por la combi neoliberal.

 Lima, allá por los años 40, jamás habría soñado con este estilo de vida combi. Pero ya experimentaba el inicio de su explosiva expansión; pues, con excepción del tranvía, el transporte urbano obedecía a las condiciones del mercado, que crecerá descomunalmente cuando aparezcan los asentamientos humanos. En los 60 colapsan las líneas de ómnibus y aparecen los microbuses con sus comités que van a dominar el servicio. En los 70 el fracaso de las administradoras para municipales dio paso a la centralización del servicio con el establecimiento de Enatru-Perú, empresa pública que en 1981 se transformó en empresa estatal, con personería jurídica de derecho privado y organizada como sociedad anónima. Pero ni  como empresa pública ni como sociedad anónima fue capaz de sostener el servicio de manera eficiente. En cambio, el transporte informal resultó ser una verdadera salida, se adaptó a los cambios sociales que se producían en la ciudad, integrando a los asentamientos informales, facilitando más zonas de expansión y comunicando a los nuevos limeños.

Así es como, la combi, con su chofer un tanto grosero, su cobrador haraposo, sus marcadores moscas, un lenguaje y estilo propios, hoy día llega a cualquier punto de Lima, con su radio a todo volumen, haciendo conexiones por las redes que ninguna autoridad las ha diseñado y que nadie más que el mercado ha establecido sus dimensiones.

Y con la combi aparece el datero, llamado también marcador, como alternativa para solucionar el tormentoso y desbocado sistema vehicular, pero también algo así como respuesta de la gente al creciente desempleo y exclusión de la economía global; como una nueva forma de auto emplearse para  sobrevivir; una “pichanguita” ingeniosa, secuela de la  pobreza en que la extracción del excedente dejó al país a su suerte (primero a través del intercambio desigual,  después mediante la remisión de utilidades fruto de las inversiones, luego vía  financiamiento de los déficit de comercio exterior mediante el endeudamiento y a todo esto últimamente -increíble- el “asalto a mano armada” de la corrupción).


En fin, esto podría ser el marco teórico-histórico de lo que intentaremos hacer una especie de semblanza del llamado marcador o controlador de frecuencias2, el “men” del sencillo. Un hecho jamás visto antes de los años 90 en nuestro país. Gente que en los paraderos mantiene informados a los choferes y cobradores cuánto tiempo les llevan sus competidores de ruta, a cambio de unas propinas que ellos les arrojan al suelo. Viejitos, muchachos, niños, blanquitos, morenitos, de todo color; mujeres, profesionales, sin exclusión de sexo, color, religión ni instrucción, incluso discapacitados; llamados también  “chacales” por la “gauchada” que hacen adicionalmente cambiando billetes por sencillo. Su labor es la “marcación” (anotando en un cuadernillo o papel suelto) del tiempo o la frecuencia con que circulan los carros si éstos pasaron “misio” (casi vacío), “a media plancha” (medio lleno) o están “planchado” (lleno), si hay “correteo” o alguna máquina se ha “chantado”; es decir, guerra de combis para ganar  pasajeros, usando un lenguaje sui géneris que pertenece sólo al lenguaje del combi limeño. “3, 4, 2...michi  planchado”. Lenguaje contagiante. “Bajan Bartolo” (Dicho y hecho, el colegial, que se expresó de esa manera combi, baja, y a la carrera cruza la avenida La Marina a mitad de cuadra para internarse en su Colegio Bartolomé Herrera).


Desde las seis de la mañana hasta las once de la noche, correteando en las esquinas y paraderos de micros y combis, que pueden ser cualquier punto de la ruta, llevan el control del tiempo que transcurre entre carro y carro para proporcionarles la información necesaria a los conductores a fin de que éstos no paguen la multa que les cobran sus empresas por llegar tarde (o muy temprano) a su destino. Hombres anónimos, que en cierta forma se encargan de regular el tránsito en las calles de Lima, muy importante para que los choferes adecuen la velocidad de sus máquinas  a la frecuencia de las líneas que compiten y también a las necesidades del público. La mayoría no tiene instrucción completa, ni se especializó en nada a parte de su labor. Expuestos a la intemperie durante todo el día y enfrentando los peligros de la calle y la velocidad de los mismos carros que controlan, a cambio de unos  S/0.10 ó S/0.20. No necesitan que alguna empresa los contraten, pues ellos se contrataron y formaron su propia  informal “empresa”.

Es verdad que el trasporte informal no es nuevo. Pero este nuevo transporte informal, la de hoy, se caracteriza por asumir una posición de total hegemonía sobre las demás modalidades y la extraordinaria adecuación a los cambiantes requerimientos de la población. Los combis incursionan  segmentando las extensas rutas tradicionales, pero también impulsando el crecimiento de los conos de la ciudad al recorrer rutas por las que jamás podrán ingresar las grandes líneas. Lo hacen con pujanza, a despecho de otros medios menos contaminantes del ambiente como la bicicleta, motocicleta o el moto taxi.

El gobierno fujimorista permitió la importación de vehículos nuevos y usados sin mayor restricción y liberalizó el precio de los pasajes; la desregulación y el explosivo crecimiento de carros creó la necesidad de un control del número de vueltas que recorre un carro y de la frecuencia o lapso con que su competidor le lleva de ventaja en su recorrido. Es así como surgen los  hombres “de la marcación y el sencillo”. Muchos incursionaron en este oficio, cuando trabajaban en las vías públicas vendiendo caramelos y cigarrillos, limpiando lunas y otros provienen del desempleo originado no sólo por la quiebra de las líneas de transporte sino de muchas otras empresas en general (básicamente pequeñas y medianas).

Los primeros años (de los noventa) los choferes, para llevar un control adecuado de su tiempo, preguntaban a alguien que esperaba algún carro en el paradero: “¿cuánto tiempo hace que ha pasado el carro de adelante”?, pagándole al informante 10 ó 20 céntimos por el dato que le proporcionaba. “Así es como surgen los primeros dateros informales”, dice  un funcionario de la Empresa de Transporte Diecisiete de Junio S.A. Línea 44 – Callao, entrevistado por los chicos.

Los dateros informales, que constituyen la gran mayoría, son aquellos que por iniciativa propia se colocan en una esquina o paradero con su reloj en mano, brindan servicio a los carros de una o varias líneas pero que cubren la misma ruta, recibiendo  a cambio del dato desde S/ 0.10 y hasta S/ 0.50, dependiendo del lugar, del día, la hora, de si está lleno o vacío el carro que controla, etc. Algunas veces si algún chofer cuyo carro está en desventaja le paga más, entonces el datero sobornado, ayuda a que el otro carro se atrase y/o se quede vacío. Pero hay muchos que son insobornables, como Carlos, precisamente llamado el “soplón” por su lealtad a su empresa, como veremos luego.

Los dateros “formales”, en cambio, tienen un trato directo con una empresa o son contratados por un “service” para esa empresa. Alguien que quiere ser datero “formal” presenta una solicitud a la empresa  abonando S/10.00, y paga semanalmente una cantidad; pero si es contratado por un “service”, el datero desembolsa el 50% de lo que gana diariamente (25% se queda con el  “service” y el otro 25% es para la empresa). El “service” se encarga de “enganchar” dateros y las respectivas cajas registradoras, las que son ubicadas estratégicamente a lo largo de toda la ruta. Este sistema de trabajo beneficia a la empresa porque a parte de que tiene un control verdadero y exacto del tiempo de cada conductor, obtiene un ingreso mensual adicional por los pagos que hace el “service” a la empresa. Con este sistema es difícil alterar la información, ya que cada datero debe llevar una plantilla de registro que es entregado a la empresa, además así se evita los posibles sobornos que los choferes podrían hacer para que el datero registre el tiempo que les conviene.

Un marcador gana en promedio S/1,140 mensuales (suponiendo que descansan 5 días al mes). Este nivel de ingreso mensual es superior al sueldo promedio del profesor universitario, de un profesor de colegio, de un cajero de banco part-time o de un policía. Se dan muchos casos de dateros que empezaron desde niños con la ilusión de trabajar y poder terminar sus estudios, pero al contar con el dinero obtenido se olvidaron de sus estudios. Este es  el caso de “chapita”. Veamos este caso.

Carlos y Koki (“soplón” y “chapita”). Paradero Licenciados del Distrito de Ventanilla. La historia es similar a la de muchos jóvenes que dejaron su hogar y se vinieron a Lima. Carlos confirma que le dicen “soplón” porque “no se casa con nadie”, es decir le comunica a la empresa los hechos tal y como suceden. Con un bajo nivel de educación no encontró un trabajo estable, comenzó  a vender golosinas en un paradero cerca de donde vivía. Allí conoció a un amigo, quien le dejó este trabajo. Se convirtió en un controlador directo de la empresa. “Chapita”, el hermano menor, quien ya no quiere saber nada con el estudio, que apenas había iniciado, comenzó en esta actividad desde los diez años con ayuda de su hermano,  se ocupa  de otra línea cuya empresa no le exige ninguna aportación. Entre los dos controlan unos 90 combis por día de cada línea y también les informan a la competencia ganándose un sencillo más.

Luis, 26 años, datero en una de las esquinas de la Av. Universitaria, distrito de San Martín de Porres. Trabajaba para una fábrica de ropas, distribuyendo al por mayor en los mercados; pero de pronto la fábrica empezó a caerse y para no cerrar sus puertas redujo el personal y así Luis quedó desempleado, con esposa y dos hijos. [...]entonces unos amigos me dieron la idea de que podría conversar con alguna empresa de transporte para ver si me aceptaban para que controle la velocidad de sus carros”. Ahora es controlador de tres líneas de la misma ruta; recibe por cada carro S/0.10 ó S/0.20 dependiendo del día y del número de pasajeros que carga el combi, si está lleno recibe a veces hasta S/0.50, sacando de S/1400 a S/1500 al mes; pero él dice que eso le alcanza apenas para la comida, pasajes y los gastos de escuela de sus hijos. Trabaja desde las 5 a.m. hasta las 9 p.m. Dice que se siente bien en este trabajo pues no hace mucho esfuerzo, y sonriendo añade que si hubiese tenido una profesión tal vez ahora no ganaría ni siquiera la mitad de lo que gana como datero. El siguiente caso confirma esto lo que Luis manifiesta.

Eduardo, un padre de familia de 39 años, separado, con un hijo a quien mantiene, es profesor de filosofía y ciencias sociales; se gana la vida desde hace dos años como datero en el horario de 4p.m. a 11:30 p.m. El estudió en una prestigiosa universidad nacional del país... “me rajé el lomo estudiando cinco años y poder ser un profesional de provecho, pero el Estado no me reconoció y miren en donde estoy ahora”. La familia de Eduardo siempre ha estado vinculada al transporte público, al ver su situación le ofreció la alternativa de cambiar el terno, sus libros y tizas por la de estar parado en una esquina controlando diversas líneas, y ganando aproximadamente S/50 al día, que es mucho más de lo que sacaría dictando clases en el colegio.

Av. Nicolás Dueñas. Una jovencita, 23 años. La empresa la hace rotar de tiempo en tiempo. Nos comenta que es su primer trabajado, porque “[...]de pronto no nos alcanzaba el dinero”, entonces es cuando ella habló con su vecino y él le ayudó a entrar en este trabajo. Al día saca de  S/15 a S/30, con lo que ayuda con el gastos en su casa. Ella nos dice que quisiera estudiar algo y dejar este trabajo que la esclaviza desde las 6 a.m. hasta las 6 p.m. y lo que gana diariamente no compensa ese sacrificio. Jhoni, también joven,  controlador desde hace más de 5 años, al terminar la secundaria no tuvo más remedio que trabajar como marcador de combis. Nos cuenta que fue chofer, aunque actualmente estos dos trabajos los alterna de vez en cuando, es decir si hay oportunidad hace de chofer; trabaja de 3 p.m. a 11:30 p.m., su  “propina” (así lo llama él) es más o menos S/30, que a duras penas le alcanza para ayudar a mantener su casa, pues es el único medio que hasta ahora ha encontrado para sobrevivir con su familia.

Desde que estaba en el colegio tuve que recursiarme buscando cualquier trabajo que hubiese por allí; somos muchos en casa y el dinero no alcanza”, nos dice “El Cholo”, un chico de 22 años, de Comas. Antes de trabajar como datero fue cobrador de una de esas líneas “informales” o “piratas”. Miguel, otro chico, de 23 años trabaja para la línea R-28, tiene poco tiempo como datero, hace 6 meses quebró la fabrica de zapatos en la cual trabajaba y desde entonces lo encontramos de 2 p.m. a 10 p.m. en la cuadra 32 de la Av. La Marina.; a él la empresa le paga S/15 diarios, no incluye ningún tipo de beneficio pese a tener un trato directo con la empresa. Lamentablemente esta pequeña suma de dinero no le es suficiente para ayudar en su casa, es así que por las mañanas sale a buscar otro trabajo “de lo que sea”.

Pedro, joven de 28 años, el mayor de 3 hermanos, es datero desde hace ocho meses de manera informal; su mamá tiene un quiosco de periódicos en una esquina de Faucett y desde ahí Pedro datea a los choferes. Antes fue repartidor de gaseosas, pero por reducción de personal salió de ahí y se dedicó a esto que de una u otra manera lo ayuda a mantenerse y salir adelante junto con su familia. Edgar, 35 años, en la avenida La Marina, trabaja de 7 a.m. a 7 p.m.,  nos cuenta que antes de ser datero fue cobrador de una línea para la que ahora trabaja, lo que le impulsó a cambiar de oficio es que en esa empresa de transportes abundan los cobradores y que muchas veces no trabajaba porque eran pocas las oportunidades; por ello decidió probar con este oficio. Gana S/ 50 aproximadamente, de los cuales paga S/1.50 a la empresa por permanencia de lugar, él dice que su ingreso no depende de la empresa, sino de la voluntad de los choferes, los cuales le dan hasta S/0.50 si el carro va lleno, S/0.20 si va más o menos y a veces si va vacío no le dan nada. Edgar trabaja también a veces de albañil ya que como él dice “hay que ingeniárselas” para salir adelante.

Carmen. Cruce de la Panamericana Norte con la Av. Eduardo de Habich. La actividad que realizaba antes de ser datera era estudiar en un instituto, pero desde hace tres meses trabaja para la empresa de la línea S-2, de lunes a domingo de 6.00 a 8.00 p.m. ganando diariamente S/40.00, no recibe ningún beneficio de la empresa para la que trabaja, incluso la máquina registradora del tiempo que utiliza la compró ella. Este trabajo al menos le permite ganar lo suficiente para cubrir sus gastos y estudio en su tiempo libre, pero lo malo es que tiene que estar parada casi todo el día y soportar el frío o el calor. En la Av. Javier Prado, un chico llamado Juan de 23 años, nos manifestó que era un datero independiente ya que le resulta más beneficioso ser así porque no tiene que pagar a alguien una parte de lo que gana. Pero esto tiene sus desventajas porque como es independiente, algunos chóferes o cobradores no le dan nada. Este chico registra el tiempo de varias líneas aproximadamente unas 4 ó 5 líneas. Antes de ser datero era lavador de carros.  Su horario de trabajo es de 5:00 a.m. a 2:00 p.m., ya que a esta hora llega otro chico a trabajar.

Como manifiestan, casi todos ellos, la ventaja de este empleo es que ellos mismos se los han generado, no tienen horario de entrada ni salida, ellos mismos se “controlan”. “La desventaja es que puedo ser atropellado por un carro que va a mucha velocidad”, dice uno; “no puedo hacer mis necesidades tranquilamente” añade otro, pero con una sonrisa entre labios.

Camino Real. Rosa, de 35 años. Ella trabajaba en Unique. No tiene horario fijo pero generalmente lo hace de 7:30 a.m. a 5:00 p.m. de lunes a viernes. Es independiente y registra la frecuencia de los carros de 4 líneas. Nos manifestó que se enteró de este trabajo por un amigo y desde hace 2 años es datera. Aproximadamente gana S/40.00 por día dependiendo de lo que le da cada cobrador. Según ella son muchas las ventajas de ser datera porque al mes está obteniendo más que si trabajara bajo un sueldo mínimo, sin embargo lo perjudicial de este empleo es el estar parada casi todo el día y algunas veces sin almorzar, manifiesta ella.

Enrique trabaja 3 días a la semana desde las 5:30 a.m. hasta las 10:00 p.m. y está ganando aproximadamente S/28.00 a S/38.00 diarios. Señala que ser datero implica a veces no comer porque siempre tienen que estar atento al momento en que pasa un carro de la línea que registra. Debido al exceso de oferta de cobradores, decidió generar o buscar su propio empleo convirtiéndose así en datero independiente. Sin embargo señaló que el hecho de haber sido cobrador de la línea 28 le resulta ventajoso, porque muchos de sus amigos son cobradores de la línea que registra y le pagan bien por la información recibida.

En la Av. Arequipa, Carlos, de apenas 16 años, trabaja como datero desde hace 2 años y entró a este trabajo porque un amigo le comentó de este empleo. Aún está estudiando y nos dijo que trabajando una vez a la semana cinco horas al día llevando el control de 4 ó 5 líneas está ganando aproximadamente S/20.00 a S/30.00. Para Carlos es más conveniente trabajar en las tardes porque estudia en las mañanas, y decidió cambiar su empleo de vendedor de galletas al de datero porque este último le permite obtener mayores beneficios, ya que como vendedor habían días en que no ganaba nada.  Francisco es marcador independiente desde hace 6 años, tiene 44 años y vive en el Callao. Tiene un horario de trabajo que va de lunes a sábado de 7:00 a.m. a 7:00 p.m. y registra el tiempo de los carros de la línea 48 (rutas A, B y C). Esto le genera un ingreso diario de S/35.00 aproximadamente. Antes de ser datero trabajaba como mozo en el Hotel Sheraton; deja este trabajo porque no le tomaban en cuenta sus años de servicio. Según Francisco lo ventajoso de este oficio radica en que no existe presión por parte de un jefe. En cambio la desventaja de este empleo consiste en que debe soportar el humo, la contaminación y las variaciones del clima.

Como podemos darnos cuenta por las entrevistas realizada por nuestros alumnos, todos realizan una labor muy sacrificada e importante para subsistir. La mayoría de personas que labora como datero tienen su origen en el despido masivo al quiebre de las empresas. Hay los dateros llamados “formales” (en realidad no lo son) que trabajan para una empresa específica y los informales que trabajan en forma independiente. La mayoría de los entrevistados son dateros independientes. El hecho de que las empresas traten de contratar su propios dateros ya sea por service o en forma directa se debe a que así pueden obtener ingresos adicionales provenientes de un porcentaje que el datero paga de lo que gana diariamente; a cambio dichas empresas y los “services” no les reconocen ningún tipo de beneficio.

Sálvese quien pueda, y como pueda, del neoliberalismo. Los dateros, desamparados como individuos económicos, lo hacen excelentemente, y no les importa otra cosa que su supervivencia.
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1 Lucio Grados (12, 1996) “Créalo, porque es cierto”en La Opinión, editada por la Oficina de Prensa y Protocolo del MT, revela 500 millones de dólares anuales y una contaminación ambiental de 11.18 TM de gases por Km2/mes.
2Fuente básica de información estadística: “Economía de sobre vivencia”, UNAC, 2000, excelente trabajo de investigación de mis alumnos BUSTOS GARRO, GARCÍA WAN, GUERRERO GUTIERREZ, TOYA ALVARADO, RETAMOZO ESCOBAR, ROJAS ROJAS  y ALEX SOTO MORENO.

1 comentario:

  1. El tema "combi" lo continuamos también en el cuento "Papashu de marcador de combis", en Palpitar del Ande, Lima 2010.
    Otras publicaciones del autor en venta:
    Llamellín en prosa y en verso, Lima 2003.
    Cantos de paz, amor y espernza. Lima, 2007.
    Cantos para el gorrión, Lima 2009.
    Aspectos teóricos para un estudio curricular. Tercera edición, Lima 2008.
    Atención: wvt39@hotmail.com
    cel 980328537

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