viernes, 10 de junio de 2022

NALO ALVARADO EN YARCÁN. EDITA WALTER A. VIDAL

De: Chiquián querido. 
PALPITAR DEL ANDE: MI REGALO NAVIDEÑO DEL 2011 - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO).

Ata el tiento de tu llanque cuantas veces sea necesario,
y sigue corriendo...”. Manuel Ñato Allauca.


Una de las principales preocupaciones de mis padres, abuelos y bisabuelos, después de cada cosecha, era escoger la mejor semilla para la nueva siembra, tarea a la que dedicaban todo su amor y su tiempo, para asegurar un fruto sano como nutriente de nuestro cuerpo; así era el ritual de siembra con la bendición de Dios.


Esta enseñanza ancestral de armonía entre la Pachamama y el Hombre, la trasladé de niño al mundo de los libros; y desde aquel entonces, conforme voy leyendo selecciono con el cedazo de la paciencia, los ejemplares que sirvirán de alimento espiritual a mis seres queridos.

Este año he tenido la dicha de seleccionar muchas obras de autores del orbe, lástima que la mayoría se quedaron en Lima, debido a las pocas libras de peso que nos brindan las aerol
íneas para el equipaje.

Hace unos días, los libros que me acompa
ñaron durante el viaje en agosto último, fueron entregados a mis nietecitas para su lectura. Anoche escogieron PALPITAR DEL ANDE, de Walter Vidal Tarazona, Elmer Neyra Valverde, Antonino Vidal Vidal, Carlos Garay Veramendi y Juan Rodríguez Jara, como mi regalo navideño; EL COFRE DE CUENTOS ANDINOS, de Olimpio Cotillo Caballero, para que inaugure el 2012 en Nueva York; y TESTAMENTO DE JUDAS, de Carlos Garay Veramendi, como tributo ancashino a la Bajada de Reyes en Nashville.

PALPITAR DEL ANDE, además de ser una joya de la literatura andina, es un bello testimonio de amor supremo a la tierra que vio nacer a los autores. Obra colectiva de un enorme grado de responsabilidad social como fuente de vida y de gozo, con mensajes de esperanza, de fe y consuelo, haciéndonos voltear la mirada hacia los caminos andados, de comienzo a fin, cada quien creando soles luminosos con su pluma, en el noble empeño de aportar racimos de luz a la obra escrita, como forjadora de educación y cultura a manos llenas.

Los cinco autores son veteranos de la palabra y la acción, con varios libros editados a todo pulm
ón. Todos ellos son magisterios vivientes desde sus años juveniles, siempre manteniendo incólume el lenguaje popular del relato y la poesía ancashina. Un compendio de imágenes y sonidos, de migracion y añoranza, de recuerdos y latidos, como elementos vitales para mantener crepitante el brasero literario que forja la identidad del ser humano por su querencia.


Conocedores de que el tiempo es implacable cuando se trata de dejar testimonio de vida, permanentemente ponen todo su empeño para hacer de Ancash una tierra de múltiples legados; y, sabedores de que los jóvenes de hoy, mañana serán relevados por otros en la carrera de postas que jamás se detiene, no se cruzan de brazos y asumen el papel de espectadores, sino que sudan la camiseta corriendo al lado del que sujeta la batuta para darle su aliento y enseñanza. Un verdadero ejemplo de trabajo en equipo para las presentes y las futuras generaciones de literatos. Mis sinceras congratulaciones.

La Vergne, 25 de diciembre de 2011


La combi neoliberal. 
Escribe Walter A. Vidal

La combi llegó a Lima los años noventa. Buscó su identidad con sus personajes propios (andinos, criollos, charapitas, blanquitos, chinitos, negritos), con su radio a todo volumen (salsa o huayno, rock o tecnocumbia, bolero o saya), su lenguaje pintoresco (bajan grifo, pisa, abre, plancha, chantón...), su chofer bien “bacán” o “achoradito”, su cobrador bien “mosca", gritando a voz en cuello, al estilo de los pregoneros en la sierra -¡CAMINOSDELINCA BOLICHERA SAN JUÁ!- y sus marcadores bien "tigres", “toreando” en la pista a los carros de todo tamaño para atrapar su sencillo en el aire o recogerlo del suelo. Hasta los pasajeros de la combi neoliberal se han involucrando, “sin querer queriendo”, con la cultura combi.

- Bajan colegio. ¡Oye pues te estoy avisando!, ¡bajan colegio Bartolomé Herrera!


- Bartolo bajan, bartolobartolobartolo… bajanbajan, siguen bajando.


Baja insultando al cobrador, al tiempo que también le grita, por el celular pegado a su oreja, creo yo, a su marido que está al otro lado de la línea virtual, Dios sabe dónde.
Si nos remontamos a los inicios del "desborde popular" (algunos sociólogos llaman así a uno de los efectos de la absurda centralización), podemos encontrar algún antecedente de esta combi en la primera gran crisis del transporte tradicional, cuando al no poder adaptarse al explosivo crecimiento urbano, dio paso a los microbuses, los cuales no pudieron integrar los asentamientos humanos para facilitar su informal expansión, como sí lo han hecho las combis a la perfección como parte de esta guerra por subsistir generada por el neoliberalismo salvaje. Ya por los años 50 aquel transporte tradicional, con sus tranvías y todo, no abastecía a la población urbana en crecimiento caótico. Lima empezaba a cambiar de rostro.

Por aquellos años llegó a Lima el papá de mi amigo Shillico. La ciudad le pareció un monstruo gris sin cabeza. Por su piel de cemento, el muchacho caminó sin rumbo con la boca abierta y la mirada perdida en las alturas de los edificios sin techo. Dicen que subió a un tranvía y le pidió al conductor que le llevara donde su tío Alfonso que, según él, “se veno a Lima en 1934”.

En realidad, nada de lo que miraba entendió ni nadie se interesó en entenderlo cuando repetía: me tío Alfonso se veno a Lema termenando su premaria en Huari porque en mi tierra sólo hay escuela hasta el segundo año de premaria y por eso me tío se fue a termenar su premaria a Huari, y termenando su premaria no mas se regresó a su tierra en donde con su amigo se escaparon a la costa, porque me tío quería ser huayruro…

El papá de Shillico quería decir que el tío Alfonso quiso ser policía para usar aquel famoso uniforme rojo con negro, del color del huayruro. Nadie entendió al muchacho. Regresó a su tierra sin pena ni gloria. A ciencia cierta no se pudo saber a qué vino a Lima. Ni él mismo lo supo explicar. ¿Se habría contagiado de la fiebre de irse a la costa, mejor dicho, a las haciendas de la caña y el algodón, como lo hacían los jóvenes de su pueblo?.

Pero él regresó a su tierra y no se desarraigó más de ella. Sembró en su chacra algo de trigo, papa, maíz y también algunos hijos en el vientre de la dura y bella Morayma. De allí nació Shillico y así empieza nuestra pequeña historia.


Surco Viejo, pequeño pueblo cautivo en Lima

Surco, diez de la mañana, hora en que nos encontraríamos aquí, en la glorieta del pequeño parque enrejado de la Plaza Mayor de Surco, con Papashu, el hijo de mi amigo de primaria Cirilo, a quien con cariño en la escuela le llamábamos Shillico.

El sol empieza a quemar.

Surco Viejo, también conocido como Surco Pueblo, con su Plaza Mayor, su pequeña iglesia, con dos torres, una campana grande y la casa parroquial; su Municipalidad, con puertas de madera en arco y faroles plantados en el pasaje Sáenz Peña; su pequeño parque, con su hermosa glorieta techada de madera, rodeado de boticas y restaurantes, como “El Rosedal”, el coliseo de gallos en el jirón Ayacucho, “El Mesón de Surco” en el jirón Francisco Bolognesi; en fin, con sus viñedos y sus antiguas casas de un piso, es algo así como un pequeño pueblo de provincia, cautivo del inmenso remolino de carros, taxicholos, carretillas, calles, cables, postes de alumbrado, avenidas, parques, árboles, edificios, casas, mansiones, pocilgas, luces, ruidos, humos, basurales, avisos luminosos, que dan vida y muerte a Lima.

Y Lima, la de hoy, ya sin aquellos corceles y burros que, ataviados de cosas, recorrían sus campiñas, atravesando las acequias de Huatica y de Surco, conserva aún, pero desordenada, vieja y sucia, sus tres valles sembrados de cemento: Lurín (urín Lima), Rímac (rimajk mayu, ya sin peces ni camarones) y Chillón, con su río casi seco, como una gigante acequia. Hoy una combi “correteadora” recorre, no en dos días como lo hacía una carroza o en tres días como lo hacían los burros ataviados de cosas, sino en dos o tres horas, de un extremo a otro, recogiendo y dejando gente a cada paso.

Diez y veinte. El sol está quemando fuerte. Seguro que anoche Papashu ha celebrado la concesión de la mano de su novia con su futuro suegro o tal vez con sus amigos. “Papashu, ¡Cómo lloraste a borbotones en mi pecho cuando te dije que estaba buscando a tu padre!, mi mejor amigo de primaria, y que su nombre yo había leído en un periódico chicha: Cirilo Fernán, controlador y amigo del occiso, resultó gravemente herido”.

C O N T I N U A R Á ...

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1 Qerocoocha,  laguna antes del túnel de Cahuish; sus heladas y tranquilas aguas cambian de color al ser observadas de diferentes ángulos, según nuestra situación en las curvas de la carretera que se culebrea antes de introducirse a dicho túnel.

2 Bellísima perdiz silvestre, de color gris el cuerpo y blanco con negro la cola; vive en las alturas cordilleranas, sale de su covacha para alimentarse y tomar sol entre los ichus.

3 Gorrión.

4 Exquisita papa arenosa cocinada en fogón de leña.

5 “Garaco”, “pituco” en su versión serrana, es antónimo de cholo o indio; el blanco adinerado.












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