Walter A. Vidal
Dios henchido de puro amor
telúrico
jaló de tus mismas entrañas
la tierra,
secó el mar y poblaron los
hombres.
Habló con el hombre la
Naturaleza:
Vivan en armonía tu paz y
mi belleza.
Soberbio el hombre retó su
fortaleza.
Con voz grave el cielo se
enciende
y en el cristal azul
retumba allende
la voz natura mostrando su
diente.
Furioso tiembla el
despavorido suelo
Shupluy eterno cierra su
boca perplejo,
callan sus melodías del río
al cielo
y hunde su entraña debajo
de tu pellejo.
Con salvaje temor y rumor la fe renace
la vida continúa su rumbo, por ventura
amanecerá en la joven América tu cultura.
Con sangre y tierra los templos en Sechín,
con leyes y tecnología castillos en Chavín.
Allí, en tu montaña azul entre retamas,
el hombre sembró sus esperanzas.
Su saber de siglos edificios construye,
con docta visión y encallecidas manos
galerías y mini puquios diestros pulen;
al canto de himnos al severo dios Huari,
Cuando pecaron sus dioses y hombres
Casma izó la civilización ancashina.
Huaras y Huaylas pintarán el barro rojo,
desde Recuay a la tierra conchucana.
Los Andes perennizan tu edad majestuosa,
con Rapayán, Castillo, Karkín, Pumacayán …
En pucullos o monumentos mil de recia piedra
vivirán felices muy lejos del mundo incaico.
No podrá la invasión del imperio sureño
someter a todos tus aguerridos pueblos.
Mientras los huaras, pincus y tu costa
reverdecen sabios con la educación inca,
los rebeldes conchucos no se someten.
Hasta que vino el castigo al mundo inca,
que aprovecha el barbado blanco con pericia.
Pasan por wiragotzas de allende los mares,
a clavar su codicia con cobarde astucia
rematando a tus hijos con pólvora y hierro.
Se rompió tu cultura. Se arrastró. Colapsó.
Los apus lloran gruesas lágrimas de lodo.
Huandoy al pequeño Ancash sepultó.
Y natura emprendió, brazo por brazo, todo.
Huascarán dos siglos después a Ranrahirca,
y un 31 de mayo, aquel 31 de Mayo de 1970
tembló y tembló la tierra con rabia de siglos:
Yungay quedó enterrado con furor natura
y Huaraz sepultado en sus calles estrechas.
¡Oh Universo celeste! Oh Ancash peruano
pero nace pronto otro Huaraz de sus cenizas.
Es tu Huaraz moderno de cobre y hielo.
Lidera con personalidad de siglos tu pueblo,
con superada autoridad y andina pujanza.
Irán por Dios cayendo como frutos podridos
tus malos hijos que causan pobreza y tristeza
de tus pequeños pueblos y ciudades grandes.
Entonces, solo entonces, todos henchidos,
en pacto de armonía con la Mamapatsa
veremos el inmenso cristal blanco celeste
retumbar ¡pero de regocijo! Ancash querido.
Walter A. Vidal Tarazona.
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