Walter A. Vidal
¡píiiii chiuuuu ...
Niño Manuelito
... chilllllll
qué te puedo dar
¡píiiii chuiiiii chilllll!
pichiuu chiu
para deshojar.
El taita cura Juan R. Moya había terminado con el evangelio cuando el coro se aprestaba a entonar “Niño Manuelito”. El coro arrancó la tierna y festiva canción navideña a la voz dulce y sonora del pichiuchanca. El pajarito después de sobre volar el ambiente repleto de gente, se posesionó del resquicio de las vigas y siguió entonando con los niños, con voz cada vez más potente y prolongada.
Permaneció, el precioso pajarito, inflando y desinflando su terco pechito, acompañando a los niños cantores, hasta el final de la última canción. Tan pronto terminó de cantar el coro, alzó vuelo en dirección al altar, y dando media vuelta, revoloteó encima de las cabezas descubiertas de los fieles para salir del templo por otra ventana abierta hacia el norte, con vista al Huascarán copioso.
“Ayudó a los niños a cantar al Niño Dios”, así, brevemente, como acostumbra, comentó el Padre Moya y siguió con la santa misa. Esto sucedió aquel diciembre del año 2013, el siguiente mes salía de Huaraz el P. Juan R. Moya, quien permaneció en esta parroquia desde los años 70 del siglo pasado.
Tal vez la pichuiichanca se despidió de esa manera del buen cura Moya. Hemos perdido contacto con
Tal vez la pichuiichanca se despidió de esa manera del buen cura Moya. Hemos perdido contacto con
nuestro amigo P. Juan Moya, quien era un asiduo lector y escritor de "Alma Libertana".
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